Actualmente, la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) han adquirido un papel crucial para la mayoría de organizaciones. Las diferentes compañías han estado trabajando en la promoción de la DEI, pero, al mismo tiempo, se ha empezado a hablar sobre el cansancio que experimentan aquellas personas que están involucradas en estas iniciativas. Las inquietudes giran en torno a la falta de resultados concretos, la sensación de desconexión entre las acciones y la percepción de que algunas de ellas son meramente simbólicas. Este agotamiento ha sido bautizado como «fatiga de diversidad».
La diversidad y la fatiga de la inclusión
La fatiga de la diversidad es un concepto que ha surgido en diversos entornos laborales. A menudo, afecta a las generaciones más jóvenes que muestran un entusiasmo inicial por las iniciativas de DEI, pero luego se topan con obstáculos, como la falta de apoyo, presupuesto insuficiente y la dificultad de llevar a cabo cambios reales. Esto da lugar a la sensación de estar atrapados en un bucle, en el que se realizan muchas acciones, pero los resultados no se materializan.
Para evitar la fatiga de la diversidad, podemos trabajar con tres pilares fundamentales: el conocimiento, el liderazgo y una estrategia clara y específica. El conocimiento es esencial, ya que no basta con buenas intenciones; se requieren conocimientos específicos para cambiar comportamientos. Además, es crucial el uso de datos y mediciones para garantizar impacto real y la implementación de acciones efectivas.
También es importante incluir a las personas con privilegios en las iniciativas DEI. Estas personas no deben considerarse actores secundarios en los esfuerzos de inclusión, sino aliados clave en el proceso. El compromiso con la diversidad y la inclusión debe ser un compromiso estratégico y constante. Además, es esencial medir y mostrar progresos a través de métricas confiables y un plan de comunicación efectivo.
El camino hacia la transformación cultural
Promover la diversidad y la inclusión implica un proceso continuo de cambio cultural. Es un viaje sin un destino final, y quienes trabajan en iniciativas DEI entienden que la fatiga es inevitable en algunas ocasiones. Sin embargo, esta convicción los impulsa a seguir adelante, comprendiendo que no hay un punto en el que puedan descansar.
Un llamado a la acción
A medida que abordamos la fatiga de la diversidad y avanzamos hacia un entorno laboral verdaderamente inclusivo, es crucial recordar que no hay un atajo hacia la diversidad y la inclusión. Es importante que cada miembro de la organización se comprometa a desempeñar un papel activo en la promoción de la diversidad y la inclusión. Esto implica estar dispuestos a aprender, a escuchar y a tomar medidas concretas. No se trata solo de hablar de diversidad, sino de actuar y generar un cambio real.
En última instancia, la fatiga de la diversidad es una llamada a la acción. Es un recordatorio de que aún queda mucho trabajo por hacer y que cada paso en el camino es un paso hacia un entorno laboral más inclusivo y equitativo. La fatiga puede ser evitada a través del compromiso constante, la educación, la responsabilidad y la medición de progresos.